
Como la pesadilla de un infante
suenan las horas de descansar,
me imagino una nube y un estéreo
y un muerto risueña para conversar.
Estaba jugando a esperar
mi destino y una felicidad,
pero el tiempo
se pierde, se pierde en un receso.
Con las manos extendidas
y con las rodillas encogidas
he dejado de soñar.
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