Ella y sus cabellos negros,
con su sonrisa de cristal
va dibujando una alegria
ante los espectantes
sobre la tierra, frente al mar.
Ella y su música clásica
sin letras
que pronuncien lamentos
va animando las concurridas calles,
los caminos de cemento.
Ella y sus tristezas
al verla, se marchitan todas las brisas
de las bajos timidos
de los sonidos y del altar.
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