miércoles, 12 de agosto de 2009

La fuente de los sentimientos.

La única libertad que tenía estando encerrada era la de pensar.
La oscuridad, la creación de las cosas...
fue ahí, cuando me dí cuenta de lo inestable que era este mundo.
El mundo está rodeado por una piel, lo que hay dentro es algo desconocido, puede que sea una materia suave, puede que sea algo duro o también puede darse el caso de ser algo líquido, pero, ¿Qué asegura que eso no está vacío?.
Nadie podría saberlo a menos que mire dentro de aquella piel.
Lo que hay al otro lado es un completo misterio, solo nos queda imaginar.
La imaginación es la fuente de todos los sentimientos, la gente imagina porque desconoce algo, y, si lo que hay ahí es algo inimaginable... podría ser terrorífico.
La gente no teme imaginar cosas, la gente es temida porque tiene la capacidad de imaginar.
El dolor es lo de menos, es más terrible el futuro que se abre de ese dolor.
La gente no teme morir, teme imaginar la muerte.
Y yo ya he dejado de imaginar.
No se puede contener el miedo con leyes y reglas, por mucho que acabes con esos miedos aferrándote a la locura, surgirán nuevos.
Aunque el humano se aferre a una orden compuesta de mentiras no podrá llegar a conocer la verdad, e ahí la miseria del hombre.

Nº 3

"Quiero mostrarte que lo hermoso no es este mundo, lo hermoso es este mundo reflejado en tus ojos."

Nº 2

"Todo este tiempo me he considerado completa sin comprender qué estaba buscando, sin encontrar nada porque tú aún no existías."

viernes, 24 de julio de 2009

Buscando.


Estos días revueltos, en los que el sol decide calentar tu piel y el viento resquebrajar tus labios, son los que más me recuerdan a él.
A él y a su pequeño rincón, que compartía de manera intermitente conmigo.
A él, a su voz y a su olor, que nunca se me olvidarán.
Con él me di los besos más largos y más tiernos del mundo.
Tenía una boca lo suficientemente pequeña para no asustar y lo suficientemente gruesa como para pedir a cada instante ser dibujada, mordida y entretenida por otros labios.
Era pequeñito y resplandeciente, como todo lo que hacía.
Minoritario pero lleno de amor, de rabia, de vida.
Caminaba de puntillas y a veces daba volteretas por el aire como un chico de circo.
Una auténtica estrella fugaz que pasaba por mi vida dejándome rozar mis sueños, para luego marcharse a seguir recorriendo el Universo.
Muchas chicas, todas las chicas, se enamoraban de él.
Muchas chicas, todas las chicas guapas, lo deseaban.
Pero, aunque nunca entendí muy bien porqué, le gustaba yo.
Le gustaba porque decía que era sutíl, caminaba sutíl, miraba sutíl, reía sutíl y en el pelotón de guerra estaba en una postura del que se mantiene en primera línea sin que nadie lo supiera. Decía que le gustaba porque era una valiente que se creía cobarde.
Que le gustaba porque de pronto mordía sin darme cuenta y cuando
me percataba me hechaba a reír.
Decía que le gustaba porque era la única que encajaba en su pequeña cama.
Y cada vez que decía todo esto, dejaba de entender nada, y a mí él me gustaba aún más.
Endulzaba la vida y los oídos de tal manera, que yo ya sólo podía buscar con obsesión en el cielo, agotando todos los recursos de mi imaginación.
A veces decía “mi amiga”, otras veces decía “mi amante” y cuando sabía que me iba a perder, me preguntaba qué era antes.
Me agarraba de la mano y decía “somos tan parecidos que nos chocamos constantemente
el uno con el otro, el uno para el otro” , así es y así fue siempre.
Lo nuestro era chocar, confundirse uno con otro, uno dentro de otro.
El saltar hacia tí, contigo.
Por eso nunca estamos ya juntos.
Por eso sé que nunca voy a estar junto a nadie como cuando estuve junto a él.
Y todos los días durante un ratito, miro al cielo, buscando.