En un vuelco de la vida,
me vi montando a caballo,
cabalgando por un prado,
sin tener ninguna prisa.
Y con toda mi energía,
extender así los brazos,
como si fueran dos rayos,
y poder tocar a Elisa.
La mujer que he deseado,
con infeliz fantasía,
al contacto de mis manos,
ante mí, permanecía.
Derroché toda la vida,
solo en desear su risa,
y tardé la vida entera,
en estar cerca de ella.
Y por fin llego el día,
que ella me pertenecía,
y al tocarla con mi mano,
no se desvanecía.
No es de manera casual,
las vueltas que da la vida,
llegue a la hora exacta,
al lugar que convenía.
No es de manera casual,
que el camino es trazado,
sea tarde o temprano,
en la vida todo llega.
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